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*
Corriente: voy 4 darte por una sola vez ocasién de
demostrarme que tienes valor y sangre fria como dices.
Quiero demostrarte que tengo atin confianza en ti.
Se te presenta ocasién de rehabilitarte 4 los ojos de
nuestros amigos, lo que, 4 la verdad, me satisface, pues
era para mi insoportable el pensamiento de que uno de
los de mi raza pasara por cobarde. Pero antes de ente-
rarte de mis asuntos, has de prometerme el mas absoluto
silencio: has de jurarme que no diras una palabra 4 nadie
absolutamente de.lo que vas & saber.
—dDesconfias de mi, padre? gHay necesidad de ju-
ramentos entre padre é hijo—exclamé Cid.— 2 No es la
cosa mas natural que guarde silencio?
—Insisto en que jures—replicé el padre.
—Pues bien; lo juro por la Virgen del Pilar de Zara-
goza: guardaré silencio absoluto sobre lo que me confies.
—Bien; entonces vas 4 saberlo todo y espero que sa~
bras portarte como corresponde 4 un Alvarez.
Mafiana te daré un encargo, para cuyo desempeiio
necesitards toda la sangre fria.
Majiana me acompaiiaras.
—gA dénde, padre? : : ‘
—Lo sabrds maiiana.
Probablemente tendremos que sostener una lucha
desesperada, sangrienta y tal vez se te presente Ja muerte
‘ mas cerca atin que en la maldita plaza. Procura no ame- ,
drentarte como lo has hecho en presencia del toro;. ten
en cuenta que Rodrigo Alvarez preferira perder la "vida
y verla perder 4 su hijo, 4...
—Nada temas, padre; no tendras que avergonzarte
de tu hijo—exclamé el joven, interrumpiendo con voz
enérgica.—Te agradezco que me pongas 4 prueba y te
demostraré que soy digno de ti.
Mafiana por la noche me tendras 4 4 tu lado, ocurra lo
que quiera.
dA qué hora tengo que estar dispuesto? »
"Saldremos de Andorra 4 las diez—repuso el presi-
dente.—Lo tengo ya todo dispuesto y no faltaran armas
para ti.
Ahora, quedas « en libertad, Cid:
Ya no tendrds quien te vigile; quiero confiar en tiy
en la entereza de tu caracter.
Pero antes he de hacerte una formal advertencia que
te servira de gobierno. El que no cumpla sus juramentos,
el que no ejecute las érdenes que le fueren dadas, 6 el
que no guarde el mas absoluto silencio, morira indefec-
tiblemente, aunque fuere mi propio hijo.
Ahora puedes abandonar esta habitacién y dirigirte
adonde mejor te convenga; pero mafiana, 4 las diez de Ja
noche tendras que estar dispuesto.
-Te llamaré cuando te necesite.
Dicho esto el presidente abandoné la estancia. .
Sherlock Holmes, procediendo con la rapidez y lige-
reza de un gato, deslizése hasta el jardin, extendién-
dose en el suelo enarenado.
A los pocos momentos abrié Cid la ventana asomin-
dose 4 la misma para respirar el aire fresco de la noche.
El gran detective permanecié inmévil en su actitud
hasta que el joven habia vuelto 4 cerrar la ventana.
& EL CAPITAN DE LOS CONTRABANDISTAS DE ANDORRA 13
Arrastrandose entonces, llegé sigilosamente 4 la escalera
por la que pronto volvié 4 encontrarse en su habitacién.
No podia conciliar el suefio; tenfa que coordinar las
ideas.
Sentado en la cama, estuvo meditando largo rato.
Al dia siguiente habia de ocurrir algo de importan-
cia, pues Alvarez habia dicho 4 su hijo que podia encon-
trarse en una lucha sangrienta. -
¢ Qué querian decir estas palabras?
—j Perfectamente!—exclamé el detectice por fin.—
Creo que podré presenciar la escena y aun... bien puedo
adivinar de lo que se trata.
El misterioso papelito encerrado en el paquete del
contrabandista me lo descubre todo.
Mafiana por la noche expira el plazo indicado en el
papel; maiiana por la noche hay que recoger 4 dos indi-
viduos en la «Garganta del Lobo» para hacerles atra-
vesar la frontera. - :
d2Quiénes son esos fugitivos?
Sin duda alguna, su posicién es elevada, pucs dispo-
nen de suficientes elementos para recompensar espléndi-
damente al seiior presidente de esta Republica por tal
servicio, ya que este Alvarez no me parece hombre dis-
puesto 4 trabajar de tal modo en favor de quien le sea in-
diferente. Es un experto comerciante que sabe sacar pro-
yecho de los negocios.
Pero aqui estan los, periddicos del dia que debe haber-
me mandado el fondista y que tratan de la corrida.
Ese necio se ha empetiado, por lo visto, en coleccio-
nar todos los diarios para mandarmelos: aqui tengo medio
quintal de papeles..
Vamos 4 ver lo que dice la prensa.
Todos se ocupaban extensamente de la corrida.
Hasta los mas insignificantes detalles aparecian rela-
tados con fiel exactitud.
—j Canario!—exclamé el detective.— Hasta el Fé-
garo de Paris se lee aqui? ¢Se ocupa también de la corri-
da? ¢Tal vez un telegrama?
Sherlock Holmes desplegé el diario, leyendo, en efec-
to, una breve noticia relativa 4 la corrida.
Otro articulo Hlamé repentinamente su atencidén, ar-
ticulo que Jo interesaba mucho mas que el de la corrida.
A media voz empezo 4 leer las siguientes Iineas:
«El asesinato de la rue de la Paix..
»El horrible crimen que se cometié hace dias en la
rue de la Paix, sigue atin siendo el obligado tema de
todas las conversaciones. Los dnimos, en la poblacidén,
siguen igualmente excitados. En efecto, no hay motivo
para menos, pues hacfa mucho tiempo que no habiamos
tenido que lamentar en Parfs un crimen tan infame, san-
griento y bien preparado como el de que se trata, 4
pesar de que la ciudad de Paris no es, fuerza es confe-
sarlo, de las en que menos acontecimientos dramaticos se
desarrollan.
vYa saben nuestros apreciados lectores, de qué manc-
ra fué asesinado el notario Edmundo Dauremond.
»El infeliz septuagenario era un filantropo y uno de
los mas potentados ciudadanos.
»Conocido como hombre de toda probidad y excesiva-