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po, empezo a correrse la voz de que la Metropole habia sido. victima
- de un robo.
Se hicieron investigaciones y registros, pero no dieron resultado
alguno.
- Poco tiempo después corrid de nuevo la voz de un segundo robo,
éste ya de mas importancia, si no en dinero, en material y datos de la
Compafiia. |
Este robo habia sido cometido en la caseta que la Metropole tenia
inads préxima a la cabafa de Clark. |
_Y, naturalmente, las suposiciones se -dirigieron hacia aquel. lado,
empezando entonces un verdadero calvario para el honrado. minero.
Se practicO una detenida investigacion en su cabafia, en ‘su mina
y por todos los alrededores, pero nada se descubrid, aunque desde
~aquel dia la calumnia empezd a cebarse sobre el infortunado Clark.
Un dia éste no habia podido volver a la cabafia, a causa de un
horrible temporal de nieve y tuvo que pernoctar en una pequefia
caverna.
Serian las nueve de la noche, en la cabafia Mary, la esposa de
Clark, estaba impaciente esperando a su esposo; el pequefio John
dormia ya en su tosca camita.
La buena mujer nunca habia tenido que quedar sola en la cabajfia.
A pesar de los innumerables temporales con que tuvo que luchar
Henry, siempre habia vuelto a la cabaiia. Pero aquel dia el furioso
huracan de nieve era tan imponente, que Mary, aunque no sin un resto
‘de vaga esperanza, suponia que se habia quedado su esposo en la
caverna de la mina, cuando de pronto dos golpes recios resonaron en
la puerta de al cabaiia.
_ Sobresaltése Mary. al oirlos, pues no era aquella la manera de
llamar de su esposo, pero, animosa como era, cogié la luz y diri-
gidse a la puerta.
. = 3Eres ti, Henry?—pregunt6, con voz entrecortada por la
emoci6n.
—No, sefiora, no soy ese que nombrais, soy un pobre minero ex-
.traviado; el huracan me ha hecho perder el camino, he visto luz
aqui y he decidido Ilamar.
Mary titubed un iristante entre el. deber de dar alojamiento al
que Hamaba y la. prudencia de-no dejar entrar un desconocido alli.
Pero Mary, aunque mujer, era aguerrida y_valiente, capaz de
encarar el fusil de su esposo si el forastero aquel Ilevase alguna
malz intencién, y la voz del deber para nuestros semejantes le im-.
pulsé a’ dejar el paso franco al forastero. .