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UW HECHICERO INFERNAL 9
CAPITULO II
“AMENAZAS DE MUERTE *
El jefe-no. despegé los labios. Las palabras de
salutacién con que pensaba -recibirle se cuajaron
en su garganta al fijarse en los suyos los ojos de
demonio del hechicero.
Aunque tan supersticioso como todos los habi-
tantes de su poblado, Oso Gordo no cra necio ni
mucho menos. No pasé inadvertido para él el
i
ei
hecho de que Vibora Rabiosa no tuvicra “al salir
la idea mas remota acerca de la aparicién de Buf-
falo Bill y de la conversacién cue durante su au-
sencia habfa mediado entre los dos.
—Vibora Rabiosa ha hablado cen el Gran Ma-
nitou—dijo el hechicero en tono solemne,—y he
aqui las palabras que le ha ordenado ‘trasmita &
los patones en el Consejo de esta noche...
—j En el Consejo de esta noche !—exclamé Oso
Gordo, ‘principiando 4 sospechar si el hechicero
estarfa al tanto de la conversacién sostenida con
Buffalo Bill.—j; Si no hay Consejo convocado para
esta noche! Oso Gordo no ha dado semejante or-
den. -
».consiguiendo que el Gran Manitou los perdonase a todos menos tres...
eet
_—4 Que la dé, pues! Vibora Rabiosa ha de re-
petir 4 los bravos las palabras que }e ha dicho el
Gran Espiritu.
—Convocaré inmediatamente el, Consejo — dijo
complacido, ya que:se veia dispensado de inven-
tar un pretexto segtin le encargara Buffalo Bill..
2¥ cual cs la voluntad del Gran Espiritu?
—Manda terminantemente que sean castigados
todos los que han hablado mal del mensajero de
Manitou ; quicre que sean atados & los drboles del
bosque, y se les abandone’ all{ para que mueran
de-hambre 6 devorados por las bestias feroces.
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Oso Gordo no las tenia todas’ consigo-
—¢Quidnes son esos hombres? — pregunté an-
helante. '
—Son muchos, pero Vibora Rabiosa intercedid
por ellos, consiguiendo que el Gran: Manitou los
perdonase @ todos. menos tres.
—<Y estos tres son?...
—Halcén Negro, Pierna Amarilla y Perro Cojo.
Pese al maravilloso estoicismo peculiar de Jos
indios, Oso Gordo no pudo menos de estremecerse
de espanto. Halcén Negro cra su propio hermano,
y Pierna Amarilla y Perro Cojo los mejores gue-
rreros de su tribu.
—j No puede ser, Vibora Rabiosa !— grité en
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